jueves, 13 de agosto de 2020

EL CAMARADA SALAS MÉNDEZ: educador y periodista ejemplar

 

Autora: Omaira Ochoa Díaz

Educador de vocación y convicción  durante más de 20 años, y periodista hasta que  las fuerzas  le abandonaron,  el camarada Salas Méndez -como solíamos llamarlo  sus colegas-,  fue un personaje del periodismo en Aragua, que  todos  queríamos y respetábamos.

Siempre fiel a sus afectos, a sus ideales, al compromiso  social-popular que  tuvo como norte  durante  sus 88  años de vida, Salas Méndez fue un  ejemplo por su  coherencia entre la prédica y la acción;  un  luchador social  en la Venezuela  de los  tiempos de  la  dictadura perejimenista, y  la democracia representativa,  un periodista a carta cabal



Lo conocí en  1986.   Era   reportero del Diario El Imparcial “ El decano de la prensa de Aragua”, ubicado en   el  populoso barrio  El Carmen, de Maracay.  Yo  venía  de desempeñarme como jefa de Deportes del Diario  El Siglo, y  apenas comenzaba  en las lides  de corresponsal del Diario El Carabobeño en Aragua.

Lo recuerdo con su cabello cano,  de sonrisa afable, conversador  pero de  hablar pausado,  y  vestir sencillo. Era frecuente topárselo en cualquier calle o avenida de la “ciudad jardín”   portando su inseparable  bolso largo de  mercado donde llevaba   ejemplares de Tribuna Popular, la Revista Índice y otras publicaciones comprometidas  con  el pensamiento marxista, que distribuía  no sin antes hacer  sus recomendaciones sobre  algunos artículos que él  consideraba de mayor importancia.

Pero,  no sólo al hombre de la calle, al expendedor del mercado libre o al peatón que  se topaba en la vía le llegaba el mensaje de estas  publicaciones, sino que durante  su diario trajinar periodístico, en las ruedas de  prensa o en  el recorrido por  las fuentes de política,  igual se las entregaba  al Gobernador de turno;  a los miembros del   Tren Ejecutivo, a los secretarios generales  de partidos políticos de derecha e izquierda,  a sus colegas de profesión y  a los  entrevistados.

Fue, precisamente, durante  una rueda  de  prensa   en la sede  del Partido  Movimiento al Socialismo  (MAS),  que el  dirigente nacional Teodoro Petkoff  rechazó  la   Tribuna Popular que le ofrecía,   además de negarse a  responder  la pregunta  que le formuló  el camarada periodista , y, como si fuera poco   hizo  un comentario ofensivo. De inmediato Salas Méndez  se levantó de la silla y abandonó el  salón, actitud que imitamos los demás colegas  que cubríamos la fuente política:  “El gordo” Luis Guillermo Acosta , corresponsal de El Nacional;  Maritza Pérez Socorro de El Aragüeño; Nélida Arrechedera  de El Siglo;  Yaelitza Nuez , corresponsal  de  Noti Tarde;  yo  como corresponsal  de El Carabobeño, entre otros  comunicadores sociales presentes. Así,  además de  darle una lección  al  entrevistado y solidarizarnos  con el  compañero agredido,  nos cuidábamos de “un tubazo” y la consabida reprimenda en nuestros respectivos diarios.

Y es que tal  como  nos   lo comentaba  Salas Méndez , a quien todos los colegas  apreciábamos  y respetábamos indistintamente  de la posición política de cada uno: “ La distribución  de estas publicaciones  es una línea, una tarea, que me he impuesto yo, no el partido, para cumplir de alguna manera  con el partido en cuyas filas milito, el Partido Comunista de Venezuela”.

Oriundo del  hermoso  pueblo de Bailadores, en el estado Mérida, Santana Emilio Salas Méndez nació  el 5 de agosto de 1914 en el seno de una familia campesina,  honesta y  trabajadora. Desde   temprana edad  combinó sus  estudios  con el trabajo en el campo. En una oportunidad en que conversamos  sobre  el tema  nos comentó “ Yo sé de  ganarme un real  trabajando entre peones, como conchabado, es  decir , concertarse en casas  ajenas para trabajar: atender animales, picarles pasto y otras faenas”.

Hijo  de los bailadoreños   Santana Salas  y María Filomena Méndez de Salas, aclaraba   que  no llevaba  sendos apellidos de sus progenitores por presumir de “aristocratismo genealógico”.

“Lo hago, decía,  en  honor a quienes  enseñan a querer a  los hijos y los libros  concientizadores. A tener fe  progresista en lo hermoso  de la paz y la vida de  los pueblos laboriosos asumiendo la línea polarizante del desarrollo económico social de 1917, cuando la humanidad toma el sendero del porvenir científico y desecha  los corruptos  intereses de las clases preteridas  por la historia”.

Maestro de vocación 

Al graduarse de bachiller en Mérida, Salas Méndez procesa su equivalencia, estudia y se gradúa  en la  Escuela Normal de San Cristóbal, estado Táchira,  en julio de 1949. Antes y después   de graduarse trabajó  profesionalmente  en diversas instituciones educativas del país, entre otras, la Escuela Federal Graduada  Padre Blanco, en Valera-Trujillo, donde cofundó y presidió la Federación Venezolana de Maestros ( FVM)  del mismo distrito, desde la cual  lucha por la justicia social, por el pueblo  y los maestros rurales; la Escuela Federal José Luis  Faure Sabaut de La Puerta como director; y el Instituto de Readaptación  de Menores del Consejo  Venezolano del Niño  en la Isla  de Tacarigua.

En el estado Aragua, donde llega a finales de los años 50, fue maestro  en los  Colegios Ovidio Decroly de El Limón, cercano de donde fijó su residencia,  ubicada en el sector  Sendero Sur de  El Limón, capital del municipio Mario Briceño Iragorry. De igual manera,  en  los Colegios  Valles de Aragua y Santiago de León,  de Maracay. También fue director  del Grupo Escolar  Estado Guárico de Palo Negro,  hasta  pasar  a conducir    y administrar el  Internado  “ La Esperanza” ( 1958-60), cuando es víctima de un despido  indirecto, al ser designado  sub director del Internado  de Menores de Barquisimeto. “Cargo que  no podía  ni debía aceptar por ser  un hecho injustificado y politiquero de  autoridades cevenistas”, refería él.

Después de  más de 35 años de  ejercicio profesional,   Santana Emilio  Salas Méndez introduce ante  las directivas  del Sindicato Único del Magisterio Aragüeño (  SUMA -  FVM) y la Asociación  Nacional de Educadores Jubilados ( ANEJ), su  solicitud de jubilación,  fundamentalmente por  el problema de salud y económico en su hogar,  debido  al  agravamiento y muerte de su madre, quien se desempeñó  en vida como enfermera  del Ministerio de Sanidad y modista.

 La jubilación nunca llegó   y el camarada Salas Méndez dejó de ejercer la docencia “porque los adecos  prácticamente me obligaron  a que me retirase del magisterio”, contaba. 

Pero como docente de vocación  siempre tuvo presente  su función pedagógica que  ponía de manifiesto cuando   recomendaba  a los  colegas periodistas  dejar  .el vicio del cigarrillo y la bebida, ser honestos  en la profesión y no cegarse ante “relumbrones”.

De “Tribuna Popular” a “El Imparcial”

Antes de trabajar  como docente   y después de salir del campo educativo por despido indirecto,  el camarada Salas Méndez se desempeña  como   corresponsal de Tribuna Popular ,órgano informativo del Partido Comunista de Venezuela; de Vía, revista del Magisterio Trujillano. Asimismo, escribió  para el semanario El Kikiriki, y  La Hojilla  



 El 5 de noviembre de 1960 fundan el  diario El Imparcial, y  Salas Méndez   entra como colaborador; posteriormente  comienza  a trabajar fijo  al lado  del comunicador y director Marcos Guerrero Chacón , y del  recordado y apreciado  Gustavo Enrique Arias ,  apodado “El Charrito”, entre otros compañeros de labor.

Con el mismo empeño y vocación con que ejercía  la docencia continua, ya de manera permanente,   su labor periodística en “El decano de la prensa de Aragua”, redactando  noticias,  reportajes, artículos de opinión, siempre  claro en su objetivo al lado del pueblo.

“Para mí el periodismo es un compromiso de corte social-popular.  Lo que escribo siempre  lo hago a favor del pueblo, lo manejo siempre  en función de la defensa del pueblo. Siempre  he procurado  trabajar  en función de una causa justa, buscando  la transformación  estructural de este país en función del Socialismo, por considerar que el Capitalismo es un régimen en decadencia histórica”, sostenía.

Obrero de la industria periodística

El  ejercicio de la docencia  y el periodismo  nunca le hicieron creer  en “relumbrones”, ni  perder su condición de clase. Por eso  el camarada Salas Méndez se consideraba un obrero  más dentro de la industria periodística, porque al igual que  todos sus colegas y compañeros de trabajo carecía de medios de producción.

“Tengo clara  conciencia de lo que uno es como obrero o trabajador de la industria  periodística,  dentro de  la cual  se observa la  necesidad de combatir  el palangrismo y la piratería. Yo lucho por no caer  en eso de malas tentaciones  como el palangrismo u otros vicios, pensando además  que los premios  de cualquier naturaleza han de educar  a los hombres y  mujeres y no al revés”, solía comentar. .

Por su labor  periodística  fue  galardonado,   en  1977, con  el Premio Municipal  de Periodismo, y en 1979 una Mención del  Premio Regional de Periodismo Diego Hurtado. Más recientemente    se creó  en el Premio  regional de Periodismo la Mención en   Ciencia, que lleva su nombre.

Comunista desde el 46

En el año 1946 , a raíz de la  lectura  de textos sobre  marxismo, Santana  Emilio  decide  inscribirse en el Partido Comunista de Venezuela.

“Después de  las lecturas y observar el país  me convencí, y cada vez  estoy más convencido que  aquí se necesita un cambio profundo para empezar a reordenar el país  en función del pueblo, no de élites”, nos  comentó en una oportunidad.

El 21 de agosto  de 1965  el primogénito del camarada    Salas Méndez,  Alfredo Ofini, quien tenía sus mismos ideales,  es asesinado  en Cancamure, estado Sucre. “ Corrió la suerte de millones de hombres y mujeres de América Latina producto de la represión de gobiernos dictatoriales  y seudodemocracias -decía  con nostalgia recordando a su hijo-, por eso cómo no convencerse  cada día más uno de  sus ideales, si en esto tiene raíces muy profundas…”

Con su esposa  Antonia de Salas tuvo  dos hijos, Alfredo  y  Wilfredo, este último licenciado en Educación, egresado de la Universidad Bolivariana  de Venezuela,  quien vive actualmente en El Limón, y  Rosa,  una joven  que criaron y educaron  como una hija más.

“Por su militancia partidista   mi padre fue un perseguido político y fue detenido  en varias oportunidades   por la Digepol, durante la dictadura de Pérez Jiménez, y también  en  el gobierno de Rómulo Betancourt , que hubo mucha represión,  junto con  Ángel Gamboa, Raúl Álvarez, Raúl Castillo,   Gilberto Díaz, Celestino Gutiérrez, entre otros. Y  en el año  1965  sucedió lo de mi hermano”, recuerda Wilfredo.

 

Su casa, ubicada en  el sector Sendero Sur de El Limón  fue  centro de reunión  de  una  célula del Partido  Comunista.  Allí  llegaban    dirigentes nacionales del PCV  como Gustavo Machado,  Teodoro Petkoff, entre otros, y también a la casa de Antonio Parra, otro camarada  residenciado en el mismo municipio.

“En el año 93, ya viudo , porque  mi madre  falleció 9 años después de  mi abuela,  mi padre   se cayó y se fracturó la cadera  y   tuvieron que someterlo en Caracas   a una operación para ponerle una prótesis,  por esa razón dejó de trabajar regularmente en El Imparcial, pero  me  decía: ” Llévame  al diario aunque sea dos veces a la semana,  y así lo hacía yo”,  nos dice  Wilfredo

En el   2002  el camarada Salas Méndez   sufre un Accidente Cerebro Vascular (ACV), y Wilfredo  tiene que  trasladar  a su padre  al Hospital  Central  de Maracay. De allí  lo lleva a su casa, pero  aun no restablecido del todo.  El 25 de Diciembre del mismo año , en pleno  paro petrolero, fallece  en  su casa,  en el sector Sendero  Sur de El Limón, dejando en quienes tuvimos el honor  de  conocerlo y  trabajar junto a él su impronta de hombre  honrado, humilde, luchador social y ejemplar educador y periodista.

Esta crónica la escribo  como  un sencillo homenaje a  quien siempre permaneció  fiel a sus  ideales de justicia y libertad, un personaje del periodismo  en Aragua a quien todos sus colegas queríamos y respetábamos.

La acompaño con unas fotos bastante borrosas, las únicas que tengo de él,  en plena faena periodística, con su libreta,  bolígrafo y el costal de tela colgando del hombro.  Así permanece  en nuestro recuerdo. Paz a su alma.

                                                                                                                                

 

 

 

 

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